FRASES CELEBRES

domingo, 1 de mayo de 2011

JUAN PABLO II Y EL PARKINSON


Juan Pablo II y la Enfermedad de Parkinson.     01/05/11



Curiosamente, la enfermedad que le causó tanto sufrimiento y lo llevó a la muerte, se ha convertido en el vehículo que lo ha también llevado a un paso más cerca de su reconocimiento pleno como santo en la Iglesia Católica.

Pero, ¿qué es el Mal o la Enfermedad de Parkinson?

El mal de Parkinson se desarrolla con mayor frecuencia después de los 50 años de edad y es uno de los trastornos neurológicos más comunes en los ancianos. En ocasiones, se presenta en adultos más jóvenes y afecta tanto a hombres como a mujeres.
En algunos casos, la enfermedad es hereditaria. Cuando una persona joven resulta afectada, generalmente se debe a una forma de la enfermedad que es hereditaria.


Las neuronas utilizan un químico cerebral, llamado dopamina, para ayudar a controlar el movimiento muscular. El mal de Parkinson ocurre cuando las neuronas del cerebro que producen la dopamina se destruyen lentamente. Sin la dopamina, las neuronas en esa parte del cerebro no pueden enviar mensajes apropiadamente, llevando a la pérdida de la función muscular. El daño empeora con el tiempo. Se desconoce la razón exacta por la cual las neuronas se desgastan.
El Mal de Parkinson, hasta el momento, es incurable.

Entre los requisitos exigidos por la Iglesia Católica para elevar a una persona fallecida en "olor a santidad" a la dignidad de "Beato/a" es un milagro plenamente comprobado, que no admita ninguna justificación científica u otra comprobable. Según la Iglesia Católica, no es que esa persona, su cadáver o su espíritu hagan el milagro, porque reconoce que solamente Dios puede obrar un milagro, sino que, el milagro es obrado por el poder de Dios, pero gracias la intercesión del santo/a  o  beato/a, como también puede ocurrir cuando alguno o algunos de nosotros oramos, intercedemos, por la sanación de otra persona.


La Comunión de Los Santos
Acerca de esta doctrina de la Iglesia Católica, puede quedarnos la duda de cómo una persona fallecida puede orar en favor de otra aún con vida.
La Iglesia explica que, según la Biblia, Dios es un Dios de vivos y no de muertos, y que, al fallecer solamente es el cuerpo que muere quedando a la espera de su resurrección al fin de los tiempos. Por lo tanto, el alma, si la persona ha muerto en Gracia de Dios, sube hasta su presencia pudiendo interceder aún más directamente por nosotros.

Esto en virtud de la doctrina católica de "La Comunión de los Santos".


¿Qué es eso?




La Comunión de los santos es una de las creencias de la Iglesia católica. Esta expresión tiene dos significados: Indica, en primer lugar, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santas (sancta): la fe, los sacramentos, en particular en la Eucaristía, los carismas y otros dones espirituales. En la raíz de la comunión está la caridad que «no busca su propio interés» (1 Co 13, 5), sino que impulsa a los fieles a «poner todo en común» (Hch 4, 32), incluso los propios bienes materiales, para el servicio de los más pobres.

San Juan escribiendo El Apocalipsis en Patmos

Iglesia Triunfante,Militante y Purgante
Además, designa también la comunión entre las personas santas (sancti), es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros, ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestras plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia, para alabanza y gloria de la Trinidad.

La comunión de los santos (en latín, sanctorum del communio) es la unión espiritual de toda la vida de los cristianos y los muertos, ésos en la tierra, en cielo y, en la creencia católica, en el purgatorio.    Comparten un solo “cuerpo místico”, con Cristo como la pista, en la cual cada miembro contribuye al bien de todos y comparte en el bienestar de todos.

 La comunión de los santos es la solidaridad espiritual que une a los creyentes de este mundo, las almas del purgatorio y los santos del cielo en la unidad orgánica del mismo cuerpo místico cuya cabeza es Cristo, y en un intercambio constante de servicios sobrenaturales. A los partícipes en esa solidaridad se les llama santos en razón de su destino y de su participación en los frutos de la Redención (1 Cor 1,2 - Texto Griego). Los condenados están así excluidos de la comunión de los santos. Los vivos, incluso los no pertenecientes a la verdadera Iglesia, la comparten según su grado de unión con Cristo y con el espíritu de la Iglesia.          Santo Tomás enseña (III:8:4) que los ángeles, aunque no redimidos, forman parte de la comunión de los santos porque están bajo el poder de Cristo y reciben de Él gratia capitis (La Gracia de la Cabeza del Cuerpo Místico).
La solidaridad en sí misma implica una diversidad de interrelaciones: dentro de la Iglesia Militante, no solo la participación en la misma fe, sacramentos y gobierno, sino también un mutuo intercambio de ejemplos, oraciones, méritos y satisfacciones; entre la Iglesia de este mundo por una parte, y el purgatorio y el cielo por la otra, sufragios, invocación, intercesión, veneración.
El uso más temprano sabido de este término, de referir a la creencia en un enlace místico que une al vivo y a los muertos en una esperanza y un amor confirmados, está registrado por el santo Nicetas de Remesiana (CA 335-414);        el término ha desempeñado desde entonces un papel fundamental en formulaciones del credo cristiano. 

Interacción Comunión de Los Santos

El término se incluye en el credo de los apóstoles, una profesión importante de la fe cristiana cuya forma actual fue establecida en el siglo VIII, pero que se originó a partir poco después del año 100, la declaración básica de la fe de la iglesia (Guillermo Barclay, las miradas llanas del hombre en los apóstoles credo, paginaciones 10-12).
La doctrina de la comunión de los santos se basa en la Primera epístola a los corintios, capítulo 12, donde Pablo compara a cristianos a un solo cuerpo.

El Credo no se puede encontrar escrito de manera literal en la Biblia, ya que se trata de un compendio de los principios fundamentales de la fe cristiana, basados en el Antiguo Testamento, las crónicas de la vida y hechos de Jesús contenida en los cuatro evangelios, así como en los escritos y cartas escritas por los apóstoles -la mayoría de estos en la segunda mitad del Siglo I. 
Es por esto que el credo es común a la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Protestante, las tres principales vertientes del cristianismo.

Ahora, prestemos atención al relato de la hermana Marie Simon-Pierre, la religiosa que se curó del Parkinson:
Hermana Marie Simon-Pierre

“Comencé a sufrir el Parkinson, desde mis  40 años, y después del diagnóstico  me costaba mucho ver a Juan Pablo II en la televisión, pues me presentaba la imagen de mi propia enfermedad”.
“Cuando  falleció el Papa, sentí un gran vacío, la sensación de quien pierde a un amigo, una persona querida, alguien que me comprendía”.
“El Parkinson avanzaba rápido, y ya no podía conducir ni casi trabajar en la clínica de maternidad. Se  me bloqueaba la pierna izquierda y también la mano izquierda, lo cual, siendo zurda, me  impedía escribir. El día 2 de junio fui a ver a la Superiora, la hermana Marie Thomas, para pedirle dejar mi tarea, pues estaba agotada, exhausta”.
“La Superiora  me escuchó atentamente y me  respondió que ‘Juan Pablo II no dijo todavía la última palabra’. El 13 de mayo, Benedicto XVI había anunciado la dispensa de la espera del plazo de cinco años desde su muerte para el inicio del proceso de beatificación. La comunidad de hermanas que atendía la maternidad de Aix-en-Provence consideró que hacía falta un milagro y comenzaron una novena a Juan Pablo II para pedir mi curación. Pero habían terminado los nueve días y no había sucedido nada”.

“La Superiora decidió probar de nuevo y me pidió que escribiese su nombre, a pesar de que yo ya no era capaz de escribir. Como siguió insistiendo, a la tercera escribí el nombre de Juan Pablo II. Ante mi caligrafía, apenas legible, nos quedamos las dos mirando un largo rato y rezando. Era alrededor de las nueve y media de la noche. Sentí como una voz interior  que me  decía ‘Toma la pluma y escribe…’. Con notable sorpresa, descubrí que podía hacerlo. Me fui a la cama y a eso de las cuatro y media me desperté con otra gran sorpresa, había podido dormir”.

 
“Me levanté de un salto y bajé al oratorio para rezar ante el Santísimo Sacramento. Me había invadido una gran paz, una sensación de bienestar. Continué rezando hasta las seis y después me dirigí a la Capilla, que está a unos cincuenta metros. Al caminar me di cuenta de que mi brazo izquierdo, que estaba como muerto a causa de la enfermedad, comenzaba de nuevo a moverse. Al mismo tiempo notaba una ligereza en todo el cuerpo, una agilidad que no experimentaba desde hacía mucho tiempo”.
“A  la salida de la misa estaba convencida de que me había curado. Mi mano izquierda había dejado de temblar y mi rostro había cambiado. Vuelvo a escribir de nuevo el nombre y al mediodía abandono de golpe toda la terapia”.

Totus tuus, Maria, ego sum

“El 7 de junio fui al neurólogo que  me cuidaba desde hacía cuatro años y al verme que  movía con soltura, me preguntó un poco enojado ‘si había doblado la dosis de dopamina’. Pero le conté todo y él me escuchaba, y  constata con estupor la desaparición completa de los síntomas clínicos, y no logra comprender mi estado después de cinco días de no tomar ningún medicamento”.
El resto de la historia ya lo conocemos, según explicamos en el artículo: ¿Qué es Beatificaión?
Beatificación de Juan Pablo II
Más de 1.000.000 de personas durante Beatificación
Papamóvil El Salvador

Templete en El Salvador
En una de las dos visitas que nos hizo en El Salvador nos dijo: "El hombre no puede ser enemigo del hombre; el hombre no puede ser el lobo del hombre".

"La relación entre los hombres no puede ser la dialéctica de la confrontación, sino el Amor".

Es por esto que guardaba tanto respeto a los demás seres humanos hechos a imagen y semejanza de Dios.

Es por eso que tenía un espíritu ecuménico, buscando la unidad de los cristianos y no la separación; buscando el acercamiento con los hombres de otras religiones o creencias.
En la vigilia celebrada en México anoche, hemos podido ver, a través de la televisión, a Ortodoxos, Hindúes, etc. teniendo una participación activa.
Nos ha legado a la humanidad, una valiosa herencia de convivencia, respeto y verdadero testimonio de una vida cristiana vivida en el amor y en el perdón de las ofensas del prójimo como en el perdón de su agresor que le disparó en la plaza de San Pedro.

"Amar a Dios sobre todas las cosas es además el secreto para conseguir la felicidad incluso ya en esta vida. No busquéis la felicidad en el placer, en la posesión de bienes materiales, en el afán de dominio. Se es feliz por lo que se es, no por lo que se tiene: la felicidad está en el corazón, está en amar, está en darse por el bien de los demás sin esperar nada a cambio".
Benedicto XVI ante el féretro de Juan Pablo II, después de la beatificación

“No podrá emprenderse nunca un proceso de paz si no madura en los hombres una actitud de perdón sincero. Sin este perdón las heridas continuarán sangrando y alimentando en las generaciones futuras un hastío sin fin, que es fuente de venganza y causa de nuevas ruinas. El perdón ofrecido y aceptado es premisa indispensable para caminar hacia una paz auténtica y estable”.

Reliquia: sangre de Juan Pablo II

De 250 posibles milagros obrados por la intercesión de Juan Pablo II, solamente el de la monja francesa reunió todos los requisitos exigidos por la Iglesia Católica.
Se requiere de otro nuevo milagro totalmente comprobado para el siguiente paso: la Canonización; es decir, para que pueda ser incluído en el "canon", en la lista de personas que pueden ser veneradas como santos  por toda la catolicidad.

El milagro es totalmente obrado por el Señor y es como  el "sello" que Él le coloca, para decirnos: "Pueden estar seguros de que esta persona está conmigo y de que yo escucho las peticiones que me haga en favor de ustedes".

Beato Juan Pablo II

“No tengan miedo, ábranle las puertas de par en par a Cristo”.                  Beato Juan Pablo II






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