FRASES CELEBRES

lunes, 2 de mayo de 2011

ERNESTO SÁBATO

Ernesto  Sábato  02/05/11  
"A cincuenta y cinco días de terminar su siglo de vida, Ernesto Sábato se pierde para siempre en las tinieblas. Falleció el sábado recién pasado, a los 99 años, en su casa de Santos Lugares, provincia de Buenos Aires, a consecuencia de bronquitis",ha publicado este día el periódico digital argentino Prensa Libre.com. 
Ernesto Sábato es uno de los intelectuales más reconocidos de la República Argentina y de la lengua castellana. Desde el colegio secundario los adolescentes leen su novela de los años cuarenta El túnel y después, los más osados, continúan con la que hasta hoy se considera su obra mayor, Sobre héroes y tumbas
Nació en Rojas, Provincia de Buenos Aires, el
24 de junio de 1911, falleciendo en Santos Lugares, el 30 de abril de 2011. 
Escribió tres novelas, El túnel, Abaddón el exterminador e innumerables ensayos sobre la condición humana. 
También fue escritor, ensayista, físico y pintor.


Hizo su doctorado en física y cursos de filosofía en la Universidad de La Plata. Trabajó luego en el Laboratorio Curie, en París, y abandonó definitivamente la ciencia en 1945 para dedicarse exclusivamente a la literatura.
Ernesto Sábato, 1937
  Dijo Sábato: "Puede parecer un acto de horrible esnobismo que tres crisis fundamentales de mi vida se sucedieran en París, pero efectivamente así fue. La primera se produjo en el invierno de 1935, cuando yo era un muchacho de 24 años. Desde 1930 milité en la Juventud Comunista, cuando la dictadura del general Uriburu. Abandoné estudios, familia y mis comodidades burguesas. Viví con nombre supuesto en La Plata, en cuyos suburbios estaban los dos frigoríficos más grandes del país, donde se explotaba despiadadamente a toda clase de inmigrantes, que vivían amontonados en tugurios de zinc, rodeados de pantanos de aguas podridas. Repartíamos manifiestos, participábamos de la organización de huelgas".

En 1933, siendo secretario de la Juventud Comunista, decidieron mandarlo a las Escuelas Leninistas de Moscú.  Por esta época ya había comenzado a dudar  sobre el estalinismo, y él mismo expresó:      “Si hubiese ido, no habría vuelto jamás vivo. Tenía que pasar previamente por Bruselas, por un congreso contra el fascismo y allí supe con horrendos detalles de los "procesos" de Moscú. Me escapé a París, viví un invierno muy duro en la piecita de un compañero disidente, mientras el partido me buscaba. Logré volver a la Plata, donde proseguí mi carrera en física-matemática. Cuando terminé me dieron una "bourse" para trabajar en el laboratorio Curie, donde trabajé durante casi un año y, allí en París, asistí a la ruptura del átomo de uranio, que se disputaban tres laboratorios: ganó la "carrera" un alemán. 
Pensé que era el comienzo del Apocalipsis. Viví en una confusión horrible, mientras escribía mi primera novela y cometí la infamia de dejar que Matilde se volviera a la Argentina con nuestro primer hijo, de pocos meses, mientras yo tenía una amante rusa”.

Ernesto Sábato confesó que estuvo a punto de suicidarse:   “La tercera crisis fue consecuencia de todo esto, y de mi vínculo con los surrealistas: Domínguez, Matta, Wifredo Lam y otros. En otro día de invierno fuimos con Domínguez, a la tarde, al Marché aux Puces y volvimos después en el Metro hasta Montparnasse, donde tenía su estudio Domínguez. En la calle, ya era de noche, en un especie de nevisca, Domínguez se detuvo y me dijo:"¿Qué te parece si esta noche nos suicidamos juntos ?" No era una broma, era muy propenso, como lo probó años después. Yo me negué, aunque también me atraía el suicidio: me salvó mi instinto, y aquí estoy, junto a la Matilde de todos los tiempos, una de esas "mujeres fuertes de la Biblia", que está muriendo, en medio del dolor más profundo de mi vida, en el final de una existencia muy compleja." (Ernesto Sábato, 24 de enero de 1995)


La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse.
                                                                Ernesto Sábato


Mario Sábato

Mario Sábato de 65 años, hijo de Ernesto,  es un Periodista, cineasta, profesor, diplomático y político argentino.  


Ha  dirigido 15 películas en cine. Entre sus películas se destaca El poder de las tinieblas (1981), realizada sobre el famoso fragmento Informe sobre ciegos de la novela Sobre héroes y tumbas, escrita por su padre Ernesto Sabato. En algunas películas utilizó el seudónimo de Adrián Quiroga.



Con material fílmico inédito y deliciosos fragmentos de películas familiares, ha filmado y presentado  el documental “Ernesto Sábato, mi padre”, en el que el hijo del escritor intenta descubrir "qué pasaba detrás de esos anteojos negros, qué persona había detrás de ese personaje, de esa estatua".


 Lo empezó como hijo y lo ha terminado como cineasta.     "Desde el año 1962 he venido grabando y rodando a mi padre, tenía mucho material y pensé en hacer el documental como una especie de legado para mis nietos y biznietos, un legado sobre la persona y no sobre la celebridad".
Mario Sábato en el velatorio de su padre, Ernesto.

Las muestras de congoja y de reconocimiento durante el velatorio del sábado fueron multitudinarias, con la presencia de numerosos familiares, amigos, personalidades de la cultura y de la política, así como miles de vecinos y admiradores.

En cambio,  bajo un cielo encapotado y lluvioso, un cortejo de decenas de automóviles acompañó los restos del escritor hasta el cementerio de Pilar, a unos 50 kilómetros al norte de la capital, donde fueron inhumados en una sencilla ceremonia en la que participaron solamente sus familiares y amigos más cercanos.

La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados.
                                                            Ernesto Sábato

Ernesto con su nieto Juan

Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas.
                                                                                                      Ernesto Sábato




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