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viernes, 4 de noviembre de 2011

Primer Grito de Independencia de Centroamérica

Primer Grito de Independencia de Centroamérica 04/11/11


El Primer movimiento independentista en San Salvador de 1811, conocido como el Primer Grito de Independencia de Centroamérica, fue una sublevación en contra de las autoridades de la Capitanía General de Guatemala. 


Añil
A finales del siglo XVIII, la Intendencia de San Salvador se había mantenido como la principal productora de añil en la región, pero el monopolio comercial impuesto por las casas comerciales guatemaltecas, junto a la crisis económica y política que sobrevino a las colonias americanas del Imperio español a inicios del siglo XIX, motivó a los pobladores de la ciudad de San Salvador para lograr un gobierno autónomo.

Añil, proceso artesanal







El 5 de noviembre de 1811 los salvadoreños fueron liderados por un grupo de criollos encabezados por Manuel José Arce, y los sacerdotes José Matías Delgado junto a los hermanos Aguilar

Los alzados lograron deponer a las autoridades coloniales y nombrar a sus propios dirigentes, pero la revuelta no encontró respaldo en los demás poblados de la intendencia, por lo que la ciudad quedó aislada. Las autoridades de la Capitanía General de Guatemala enviaron una misión de índole pacífica para restaurar el orden en la localidad. 

Este movimiento fue también el primer intento de sublevación en la capitanía, previo a la Independencia de Centroamérica en 1821.

José Matías Delgado y León nació en San Salvador el 24 de febrero de 1767, siendo hijo de don Pedro Delgado (de origen panameño) y doña María Ana de León (de origen guatemalteco) y hermano de los también independentistas, Juan y Miguel.

Desde el inicio del siglo XVII, el cultivo de añil había sido la base económica de la Intendencia de San Salvador.  Las plantaciones cubrían casi todo el territorio,  y el tinte extraído era la principal exportación del Reino de Guatemala.   Precisamente, San Salvador se había mantenido a la cabeza en su producción en los últimos 25 años del siglo XVIII.

Élite criolla
La industria era controlada por una elite criolla conformada por españoles, criollos y ladinos,  propietaria de considerables extensiones de tierra.  Esta élite logró poder político y cohesión en la intendencia, gracias a que el añil también propició la integración de la hacienda como una importante unidad productiva.   




 No obstante, también existía la participación de los pequeños productores o poquiteros (en su mayoría ladinos y mulatos) que rendían un estimado de dos tercios del monto total.  


Sin embargo, la explotación del añil no beneficiaba a los indígenas, que proporcionaban su fuerza laboral a la industria. 
Sus mejores tierras habían sido despojadas para el cultivo,  además, los hacendados disponían de su trabajo a través del repartimiento obligatorio, legalizado en 1784, a pesar de que estaba prohibida su ocupación en haciendas de añil desde el siglo XVI.   

 Esto se debía a que el proceso de elaboración del tinte causaba muchas muertes entre los trabajadores, pues los obrajes eran focos de infección y de enfermedades. Esas duras condiciones laborales ocasionaron la huida de los nativos a lugares aislados.

 A mediados del siglo XVIII, la demanda de añil era creciente por parte de la manufactura textil de Inglaterra y Cataluña,  alcanzando su apogeo entre los años 1760 y 1792.
Precisamente, la prosperidad del añil conformó una nueva elite de criollos y también inmigrantes españoles que se radicaron en la Ciudad de Santiago de los Caballeros y posteriormente en Nueva Guatemala de la Asunción.    Aunque pocos en número, ellos lograron controlar el comercio interno.  

Juan Fermín de Aycinena  e Irigoyen ha sido llamado el más poderoso hombre de la historia de Centroamérica.
Comerciante, regidor de la Ciudad de Guatemala, I Marqués de Aycinena (19.II.1783)   *7 de julio de 1729 en Ciga (Baztán), Navarra  + 3 de abril 1796 en la Ciudad de Guatemala.

La familia Aycinena era la más prominente entre la aristocracia guatemalteca, y entre sus haberes se contaban haciendas de ganado en Guatemala y de añil en San Salvador, además de almacenes y tiendas de menudeo en esta ciudad y San Vicente.

En general, las demás provincias centroamericanas se encontraban a merced del monopolio mercantil de la Ciudad de Guatemala, que tenía el respaldo de la corona española.

 Por tanto, aunque la mitad de la producción de añil para exportación provenía de los llamados poquiteros de El Salvador, Honduras y Nicaragua, era la aristocracia guatemalteca la que establecía los precios; tenía la capacidad de comprar a los grandes productores; concedía préstamos; y obligaba a los demás provincianos a llevar sus productos a Guatemala para venderlos en tiangues y ferias.   

 También tenía la ventaja de la cercanía de aguas navegables, que le ayudaba a controlar el monopolio del comercio exterior.   

 El dominio guatemalteco incrementó las protestas de las otras provincias, principalmente entre los años 1770 y 1790,  el tiempo de mayor actividad de la industria.

El comercio del añil se vio truncado por la crisis económica que sobrevino en los años finales del siglo XVIII. 
Otra circunstancia era la guerra sostenida por España contra Inglaterra en los años previos a las Guerras Napoleónicas, la cual interrumpió el comercio, ocasionando que los productores de añil no pudieran vender sus productos en el exterior.
 Además, la corona española demandó el apoyo financiero de las colonias americanas a través de contribuciones patrióticas y la consolidación de vales reales, medidas que impactaron en San Salvador, pues muchos debían dinero a la Iglesia Católica, institución que otorgaba préstamos. 

La misma familia de Manuel José Arce se vio obligada a pedir prestado para pagar la consolidación. De igual manera la familia Aycinena se benefició de las pérdidas de sus deudores.



Manuel José Arce y Fagoaga
Nació en San Salvador, el 1º de enero de 1787, veinte años después que el Padre Delgado.
Manuel José Arce, figura de la política centroamericana, que tomó parte, juntamente con muchos políticos, en los movimientos de 1811. Fue Arce el Primer Presidente de Centro América, viéndose obligado a renunciar al ser abandonado por el partido liberal. Dejada la Presidencia se retiró a México. Poco después volvió a su patria, pero pronto fue obligado a refugiarse en Honduras.  Pobre y abatido por sus últimos fracasos murió el 14 de diciembre de 1847, siendo sus restos sepultados en la Iglesia de La Merced, de San Salvador.

Aparte de la crisis económica, también San Salvador no fue ajena a la crisis política desatada por la invasión francesa  a España en 1808.

En los últimos años del periodo colonial los salvadoreños tenían una economía dinámica, contraria a la guatemalteca, que era estacionaria y autosuficiente.


Sin embargo, de todas las provincias de la Capitanía, San Salvador era la que más recibía la influencia de la metrópoli guatemalteca, que no siempre era beneficiosa. Esto dio lugar a que las relaciones políticas entre ambas provincias fueran tensas, por la existencia de intereses en juego, y la presencia de los grupos sociales de más base económica.

Precisamente, por ser San Salvador el centro comercial más importante del reino, padeció más las consecuencias de la crisis económica. Muchos trabajadores resultaron afectados por el desempleo y desencadenó el descontento en los criollos. 

En consecuencia, por el hecho de vivir bajo dos «dictaduras», la colonial y la guatemalteca, hizo de la provincia la más interesada por la independencia en el istmo.

La Provincia de San Salvador, fue una provincia de la Monarquía española, erigida en 1821 en el territorio de la Intendencia de San Salvador, que hasta ese momento era parte de la Provincia de Guatemala. En ese mismo año declaró su independencia de España junto con todas las provincias centroamericanas para luego defender su territorio ante la anexión de Centroamérica al Primer Imperio Mexicano y posteriormente declarar la independencia absoluta centroamericano el 1 de julio de 1823, consiguientemente entre los años de 1823 y 1824 absorbió a la Alcaldía Mayor de Sonsonate, reuniendo a representantes de ambas en una asamblea constituyente que decretó la unión de las dos entidades en el Estado de El Salvador dentro de la República Federal de Centroamérica.



Por otro lado, una circunstancia fundamental en la región era el crecimiento poblacional de los mestizos o ladinos.

A finales de la época colonial, el mestizo tenía un peso social determinante. 

Según el autor Julio Pinto Soria, la línea que separaba a «explotados y explotadores» en San Salvador, no era el rígido sistema de castas que trató de mantener la sociedad guatemalteca, ya que las relaciones económicas y sociales abarcaban a indios, mestizos e incluso criollos. Además no existían conflictos localistas y los trabajadores apoyaban con prontitud los movimientos anticoloniales.









Asimismo, aparte de Guatemala, el nivel cultural de la población era más elevado que en el resto de las provincias, lo que facilitaba la incorporación de las masas en la lucha política. 

 Los cambios en las ideas, producto de la Ilustración, llegaron a España y sus colonias. La misma Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa estuvieron influenciadas por los ideales de los derechos de los ciudadanos.

San Salvador no era ajeno ante los acontecimientos: empezaron a circular pasquines en contra de las autoridades coloniales. 

Durante esta etapa, los criollos salvadoreños cuestionaban que Guatemala continuase su dominio en perjuicio de las demás provincias del reino.   Para el caso, de San Salvador salía mucho dinero directamente al Arzobispado, con sede en Guatemala, en concepto de rentas eclesiásticas, y por ello surgió la idea de crear un Obispado en la provincia. 

Cortes de Cádiz

Esto motivó a los salvadoreños a recomendar al diputado a las Cortes de Cádiz, José Ignacio Ávila, que solicitara «pedir la erección del obispado y fundación de un seminario provincial, a cuyo sostén bastarían la renta de los diezmos…».
Aunque no dió resultado, la moción demostraba que no era solo un tema religioso, sino una cuestión de nacionalismo.

En el gobierno colonial, el criollo tenía pocas probabilidades de participar, por lo que su única oportunidad era el cabildo, el cual les daba prestigio en la sociedad aunque con poca autoridad política.

Los cabildos fueron corporaciones municipales creadas en las Indias (América y las Filipinas) por el Imperio español para la administración de las ciudades y villas.

Esta limitante impulsó a los criollos a fortalecer a sus hijos en el estudio. De esta manera, quienes formarían parte del movimiento de 1811 —fruto de una generación donde existió incremento de la actividad cultural a fines del siglo XVIII—, eran expresión de una minoría culta que asumiría liderazgo.

 Entre ellos figuraban sacerdotes o personas con estudios en Guatemala,  muchos de ellos egresados de la Universidad de San Carlos donde se enseñaban las ideas de la revolución científica y de la Ilustración.    

Esas minorías cultas, cuyos miembros se encontraban relacionadas por lazos familiares en varios casos, tenían influencia social y económica.
Además, de acuerdo a un informe del Capitán General Bustamante, estaban en contacto con los cabecillas del movimiento independentista mexicano.

Un grupo de sacerdotes intervino en la gestación del movimiento de 1811. Mejor preparados intelectualmente, y con una posición importante en la vida pública, eran indiscutibles líderes de la causa. Entre ellos figuraban el párroco José Matías Delgado y los hermanos Manuel, Vicente y Nicolás Aguilar

Su implicación provocó el sobresalto entre los sectores conservadores, pues la Iglesia Católica era una importante aliada del poder colonial. Cualquier participación de los religiosos era considerada una herejía por las altas autoridades eclesiásticas.
 Precisamente, el vicario provincial de San Vicente, Manuel Antonio Molina, expresaría ante los hechos del cinco de noviembre:
No os dejéis engañar con que es posible conservar la Religión, faltando a lo que debemos al Rey. 

El Libertador de México, Don Miguel Hidalgo y Costilla es sacrificado el 30 de julio del año 1811.

 Según el historiador Carlos Meléndez Chaverri, los curas, enterados del ajusticiamiento de Miguel Hidalgo en julio de 1811, decidieron intervenir en el movimiento independentista.

Los nombres de esos personajes incluían a Manuel José Arce, el cabecilla del movimiento; don Bernardo, su padre; su medio hermano el presbítero Juan José Arce; Manuel Delgado, hermano de José Matías; Juan Manuel Rodríguez; Mariano y Leandro Fagoaga; José María Villaseñor y Manuel Morales.

Juan Manuel Rodríguez nació en San Salvador, el 31 de diciembre de 1771, y murió en Cojutepeque en 1847. Hijo de don Pedro Delgado y doña Josefa Rodríguez



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