Apariencia y Realidad 04/05/12
A lo largo de la historia, uno de los ejes fundamentales de la
filosofía ha sido la distinción entre apariencia y realidad.
Fue un aspecto
central en las reflexiones de los primeros pensadores, los conocidos como
presocráticos (porque vivieron antes de Sócrates).
La filosofía
presocrática es el período de la historia de la filosofía griega que se
extiende desde el comienzo mismo de ésta, con Tales de Mileto (nacido en el siglo VII a. C.), hasta las
últimas manifestaciones del pensamiento griego no influidas por el pensamiento
de Sócrates, aun cuando sean cronológicamente posteriores a él.
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Cronología (640 a.C. – 370 a.C)
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Tales y los filósofos
griegos posteriores a él se incluyen dentro de los llamados «presocráticos»
hasta la época de Platón, cuyas obras más importantes corresponden a la primera
mitad del siglo IV a. C. y afirman estar basadas directamente en las
enseñanzas de Sócrates.
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Tales de Mileto |
La obra de
estos pensadores antiguos no nos ha llegado sino fragmentariamente, en citas de
autores posteriores, por lo que el estudio de sus doctrinas debe tener presente
constantemente la forma de transmisión textual y la valoración de las fuentes.
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Platón |
Los presocráticos
creían que la naturaleza fundamental de la realidad era completamente diferente
a la forma que adoptaba ante ellos.
Por ejemplo, Tales de Mileto
sostenía que, pese a las apariencias, toda la realidad se componía en el fondo
de agua.
Heráclito creía que el mundo estaba hecho de fuego. Es más, este
filósofo afirmaba que todo estaba en constante movimiento.
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Heráclito y Parménides |
Otro pensador,
Parménides, insistía en que nada se movía en realidad, de forma que cualquier movimiento
era sólo una ilusión.
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Sócrates fue el maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo; estos tres son los representantes fundamentales de la filosofía griega.
Los presocráticos
consideraron muy en serio la posibilidad de que toda la realidad estuviera
constituida en el fondo por una sustancia más básica, y sospechaban que la
observación diaria y carente de crítica solía ofrecernos una imagen engañosa
del mundo.
Por ello, su pensamiento no sólo se considera
la base de la filosofía, sino también precursor de la ciencia moderna.
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Muchos de los
filósofos posteriores (entre ellos Platón, Spinoza y Leibniz) continuaron esta
tradición y formalizaron modelos alternativos de realidad, asegurando que
estaban más cerca de la verdad que a través de una visión normal y marcada por
el sentido común del mundo.
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Baruch de Spinoza
(Amsterdam, 1632 - La Haya, 1677) Filósofo neerlandés. Hijo de
judíos españoles emigrados a los Países Bajos, estudió hebreo y la doctrina del
Talmud. Cursó estudios de teología y comercio; por la fuerte influencia que
ejercieron sobre él los escritos de Descartes y Hobbes, se alejó del judaísmo
ortodoxo. Su crítica racionalista de la Biblia provocó que fuese por último
excomulgado por los rabinos en 1656. Se retiró a las afueras de Amsterdam, como
pulidor de lentes.
La filosofía de Spinoza generó un importante rechazo en su
tiempo, aunque un siglo más tarde sería recuperada y su influencia fue
importante no sólo en el terreno de la metafísica, sino entre poetas románticos
como Shelley y Wordsworth. Spinoza no perteneció a ninguna escuela, y resulta
difícil destacar al nivel que merecen la profunda originalidad y la independencia
de su pensamiento.
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Gottfried
Wilhelm Leibniz
(Leipzig,
actual Alemania, 1646-Hannover, id., 1716) Filósofo y matemático alemán. Su
padre, profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig, falleció
cuando Leibniz contaba seis años. Capaz de escribir poemas en latín a los ocho
años, a los doce empezó a interesarse por la lógica aristotélica a través del
estudio de la filosofía escolástica.
En 1661
ingresó en la universidad de su ciudad natal para estudiar leyes, y dos años
después se trasladó a la Universidad de Jena, donde estudió matemáticas con E.
Weigel.
Representante por excelencia del racionalismo, Leibniz situó el
criterio de verdad del conocimiento en su necesidad intríseca y no en su
adecuación con la realidad; el modelo de esa necesidad lo proporcionan las
verdades analíticas de las matemáticas. Junto a estas verdades de razón,
existen las verdades de hecho, que son contingentes y no manifiestan por sí
mismas su verdad.
El problema de encontrar un fundamento racional para estas
últimas lo resolvió afirmando que su contingencia era consecuencia del carácter
finito de la mente humana, incapaz de analizarlas por entero en las infinitas
determinaciones de los conceptos que en ellas intervienen, ya que cualquier
cosa concreta, al estar relacionada con todas las demás siquiera por ser
diferente de ellas, posee un conjunto de propiedades infinito.
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La distinción
entre realidad y apariencia es también un eje fundamental de la tradición
filosófica conocida como escepticismo.
Immanuel Kant
también se ocupó de esta cuestión, distinguiendo entre aquello que
experimentamos y el objeto en sí mismo.
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Immanuel Kant
(Königsberg, hoy Kaliningrado, actual Rusia, 1724-id., 1804)
Filósofo alemán. Hijo de un modesto guarnicionero, fue educado en el pietismo.
En 1740 ingresó en la Universidad de Königsberg como estudiante de teología y
fue alumno de Martin Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista
de Leibniz y Wolff, y le imbuyó así mismo el interés por la ciencia natural, en
particular, por la mecánica de Newton.
En el pensamiento de Kant suele distinguirse un período
inicial, denominado precrítico, caracterizado por su apego a la metafísica racionalista
de Wolff y su interés por la física de Newton. En 1770, tras la obtención de la
cátedra, se abrió un lapso de diez años de silencio durante los que acometió la
tarea de construir su nueva filosofía crítica, después de que el contacto con
el empirismo escéptico de Hume le permitiera, según sus propias palabras,
«despertar del sueño dogmático».
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Fuentes: “365
Días Para Ser Más Culto” y la Web.
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